No era una tarde de marzo cualquiera. Ese domingo primaveral era el más atípico que en sus cuarenta y muchos años había vivido.
La tarde era silenciosa. Un silencio inusual, a ratos perturbador por inaudito, en una ciudad acostumbrada a la actividad frenética y al vaivén de sus habitantes.
Un silencio alterado por los caprichosos zumbidos del viento que hacían sonar el colgante atrapasueños del balcón. Los naranjos de la calle sacudían sus ramas desacompasadas con el golpear del aire, y los primeros brotes de las flores de azahar ambientaban con tenues aromas cítricos y dulzones las calles desiertas. Alegraba ver los gráciles andares de los perros, únicos transeúntes que paseaban asombrados ante la ausencia de otros humanos ajenos a sus dueños. Se escuchaba claro el trino de los pájaros vecinos que observaban el desolado barrio, y el cantar alegre de un mirlo que se había adueñado de la majestuosa antena de uno de los tantos edificios.
Sonaban melodías que el bullicio de la ciudad con su vida trepidante había enmascarado y ahora, amenizando la tarde, cobraban un nuevo significado.
El sol del atardecer también reclamaba su lugar pintando de colores anaranjados y ocres los edificios, y las nubes paseaban bajo un cielo azul cristalino con la tranquilidad del dejarse llevar por el suave mover de la brisa sin amago de contaminantes.
La vida de los humanos había quedado confinada al interior de las casas y a las salidas a los balcones una vez al día. En ese momento, el silencio era quebrantado por los aplausos agradecidos y esperanzados de los habitantes a los anónimos que cuidaban de los miles de enfermos que saturaban los hospitales.
No les quedaba otra que vivir para adentro.
Adentro de sus casas,
Adentro de sus cuerpos y de sus pensamientos.
Adentro para sentir sus miedos, sus frustraciones, sus anhelos, las angustias y los nervios enrocados de mucho tiempo.
Los sueños macerando, en stand-by el tiempo, parado, eterno, tangible cada minuto, forzado a ser vivido, aprendiendo del desasosiego.
Mirando a los suyos con otros ojos, con las palabras y los buenos deseos,
Traspasando las pantallas,
Rezando por los muertos,
Por los enfermos.
Parando
Creando
Agradeciendo
Abrazando a distancias de un metro
Dejando de vivir «pa fuera»
Para ver por primera vez «pa dentro»
Limpiando por fin sus manos
para sanar las calles, los bosques, los océanos, a los seres que sienten y al planeta agonizante por los sinsentidos y las barbaries.
Un marzo extraño, atípico
Este marzo para el recuerdo
Que transformaría sus vidas
Un antes y un nuevo después, espero.
Es verdad, sorprende escuchar el canto de los pájaros. Son libres, sanos, están tranquilos, sin peligros,….
¡Y pensar que antes de todo esto también estaban!
Gracias, Nach, por recordarnos como mirar y ver. Gracias por la belleza y la bondad con la que miras y nos haces ver.
A ti Pe, lo que escribo es tan sólo un pequeño reflejo de lo que hay y que las palabras muestran como un susurro.
Hola… muy hermoso. No tenemos palabras para expresar tantas emociones y percepciones!!.
El gran momento para «reconstruir- se», para adentrarse, para mirar nuestro jardín interior,observarlo y con cariño y cuidado, quitar aquellas hierbas que no dejaban ver nuestros hermosos árboles, flores, etc….
¿Cómo elegimos ?…..
C onsciencia
O portunidad
V olver a lo Esencial
I maginar y Crear
D esapego
Un abrazo de calor humano más fuerte que nunca, y deseo mucha salud para tod@s
Lola, gracias por tu comentario. Fabulosas las palabras escondidas tras las iniciales de este virus que nos abre la conciencia a las nuevas oportunidades.
Un abrazo desde la distancia
Bonita y sensible Julia. Me gusta la forma en que tu ojo mira y capta. Gracias por compartir. En mi tranwuila avenida pasean libres y tranquilas las palomas. Y ayer leí cómo las tortugas han vuelto a desovar en playas en las que ya no lo hacían. Estamos (aunque obligadamente) compartiendo espacio con nuestros compañeros de vida. Y el planeta entero se da un respiro. Un abrazo con una enorme sonrisa.
Otro abrazo para ti querida amiga-gancho. Ya celebraremos lo vivido y aprendido durante este tiempo de confinamiento forzoso.
gracias x compartir tus pensamientos.
me ha gustado mucho, es muy lírico a pesar de estar escrito en prosa.
a partir de ahora, entraré en el blog, muy interesante, (siempre que me acuerde, jeje) ésta ha sido la primera vez y ha sido una muy grata experiencia. gracias de nuevo.
he intentado compartir x whatsapp desde aquí y no he sabido hacerlo.
Gracias a ti Elisa por tus palabras. Bienvenida. Para compartir por whatsapp: cuando estés leyendo alguna entrada, verás que en el margen derecho de la página tienes los simbolos de Facebook, tweeter… y el último el de whatsapp. Tienes que compartir desde el móvil no desde el ordenador. Un abrazo virtual.