La base

De vuelta a las miradas con un relato inspirado por mi hijo que nunca deja de sorprenderme y a quien no pienso dejar de escuchar. Julia.

 

 

Observa tus dedos. Déjales hablar. Sin esfuerzo dales vida, que sean libres para imprimir las letras sobre el blanco del olvido.

Olvidaste quién eres.

Que se muevan alegremente en el espacio donde la nada se tiñe de colores con la vida.

Crea.

Parte de una base, no importa si es pequeña o grande, cualquiera sirve para hacer grandes cosas, para darles vida a los sueños, a la nostalgia, a la emoción atrapada, para que tu aliento no sea bala que revienta en tus adentros, para que se esfumen los miedos.

Mira este avión, surgió de mis dedos a partir de una base pequeña -es importante que haya un apoyo- y sobre ella van surgiendo formas simétricas, se van armando las piezas, encajando unas con otras hasta formar el armazón, aparecen las alas, se encienden los motores y empieza el movimiento. Mi avión de colores alza el vuelo elevándome con él, sin provocarlo, sin temerlo -dijo el niño.

¿Cuál es tu don? – preguntó.

Sus ojos me atraparon desprevenida. Tenía que abrir el corazón cerrado a cal y canto desde el lejano frío del invierno. Embaucados los ojos por su mirada ingenua y su pellizco de sabiduría, las palabras temerosas salieron de mi boca al tiempo que los ojos se humedecían.

Sin albergar ninguna duda, me acerqué a su orejita y le susurré una palabra, dejando de lado todas las que me habían estado rondando desde hacía tiempo.

Entonces ve al ordenador y hazlo, hazlo para ti, suelta tus dedos, suelta tus miedos y confía.

Recuerda, crea una base que sea sencilla. No quieras levantar al gigante que todavía duerme en tu corazón antes de despertarlo. Que se detenga el tiempo del pensamiento. Deja que los dedos hagan su trabajo y que tu corazón los guíe. Mueve el pulgar, despierta al índice, el anular, el meñique, el corazón. Que se miren de frente, que se abracen, que se suelten, que se desperecen o que bailen. Ya se mueven, no los detengas, ni los guíes, no los silencies, que se expresen. Ya están listos, ponlos sobre las letras. Que las acaricien, que se paseen y las posean, si quieren saltar que salten, que vuelen, que se fundan en ellas.

Parecía sencillo, así era como él construía sus naves. ¿Qué mejor prueba podía tener de que funcionaría?

Me senté frente a la pantalla en blanco. Las teclas saltaban de sus posiciones fijas. Mis dedos las cazaban al vuelo, saltaba la E y el dedo corazón la devolvía a su lugar abandonado, la R volaba disparada por un muelle invisible y el índice la traía rápido de vuelta al teclado, luego la A y así iban brincando la S, la E o la barra de espacio, el punto o las comas… Y con cada sube y baja se iban armando las palabras, se construían las frases y comenzaba una historia:

«Érase una vez en un tiempo y un lugar cercano un niño de nueve años pasaba las tardes enfrascado en su habitación repleta de aviones que volaban a su alrededor…».

La base

La base es un relato escrito con por

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7 respuestas a “La base

  1. Nuestros hijos grandes maestros, que nos inspiran, enseñan en cada momento, y nos ayudan a vernos para crecer, para no dejar nunca nunca olvidado a ese niño/a que somos …… buscarlo y reencontrarnos si lo dejamos apartado!!!!! La Vida fluye con colores más intensos si somos capaces de ver desde ese lugar.
    Me ha emocionado mucho mucho…….
    Gracias

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