Pensaba recorrer los años hasta agotarlos, escribir, leer, respirar, mirar, descansar sin acudir al tiempo, sin agendas que dirigieran sus movimientos.
Ver a su hijo crecer, crear, procrear…
recreando su mirada sin tempos, con todo su aliento, sentada en la hamaca de su jardín de los sueños observando serena, sintiendo sin prisas, amando la vida, viviendo viviendo…
Ese día supo que no llegaría.
Ese día los almendros en flor lo habían escrito en el cielo, mientras conducía, era febrero, blanco febrero…
¡Y ella que quería llegar a viejita! Pero vio en sus ojos el tiempo que había…
Ay ay ay
Escribía un poema queriendo la calma, rebuscando minutos, alargando el momento, el inevitable momento…
Cuantas sorpresas nos depara la vida! Buenas y no tanto… de como las gestionemos depende nuestro paso por ella…