Día 31. Tierra a la vista
Esta mañana ha sido el último amanecer, sereno y dulcemente ardiente, un redondo despertar con el sol en el horizonte. El último desayuno, sin gafas para verte con mayor claridad y con los sonidos matutinos de las gaviotas sobrevolando la costa.
Esta mañana avisté tierra ¡allá a la vistaaaaa!
La travesía ha sido larga y plena. He pescado en la bahía y me he convertido en estrella. He aprendido que el cambio tiene que surgir de uno mismo sin aferrarnos a los antiguos moldes de los que nos precedieron y poder vivir con libertad lo que llevamos dentro.
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