Irse para volver

 

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A veces, es preciso alejarse y convivir con el silencio para volver a uno mismo -se decía Julia tumbada en la cama a las cuatro de la tarde.

Las dos semanas que había pasado a solas en el apartamento de la playa le habían dado una extraordinaria posibilidad, no exenta de dolores y culpas autoinflingidas, para tomar conciencia de esos hábitos personales que la impregnaban de algunos miedos y que acababan por limitarla en muchos aspectos. ¿Dónde había quedado ella, la aventurera de sus años pasados?

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