Dulce despertar

Mientras dormía un duendecillo se ha sentado en el borde de mi cama, con mucho sigilo…

«schuuuu que no se despierte»

Con su manita pequeña me ha apartado de la mejilla que quedaba descubierta -siempre duermo boca abajo cual rano- un mechón de mi cabello asilvestrado por el sol y el agua del campo, y me ha regalado una caricia suave y delicada…

«te quiero mami, t’estime».

Un beso con sabor a gloria.

Con mucho cuidado para no hacer ruido se ha levantado y como patito ha salido de la habitación.

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