Desamor: Primer minuto.

Por primera vez vio en sus ojos una gélida indiferencia y su cuerpo se estremeció. Las palabras enmudecieron y, en ese preciso instante, supo que la piel quedaría huérfana de sus manos para siempre. Teñido por la angustia de la desesperanza, su corazón se desplomaba, gramo a gramo, en un vacío insondable desconocido para ella, y por primera vez, sintió miedo.

Había llegado el final.

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