Día 15. Nada es lo que parece

A nueve alturas de distancia te me apareces como una cerilla negra con cabecita de nata.

Las olas del amanecer chocan contra las rocas en las que te anclas y un intrépido marinero se acerca para encender el fuego y calentar su taza.

Un ejército de hombres desfila cada mañana a una hora temprana, mientras, las mujeres preparan afanosas las casas.

Con sus sombrillas al hombro como fusiles en danza inician las maniobras hacia el campo de batalla.

Ya no es público cuando lo alcanzan.

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La tostada con sabor a Universo

Como cada día al llegar a su lugar de trabajo encendía el ordenador, las luces y el aire para refrescar el ambiente que el sol del día anterior había cocido a golpe de rayos y horas. Entonces sacaba de su mochila lo previsto para su jornada. Mientras todo iba despertando, cogía un poco de dinero, el tabaco y salía llaves en mano de su despacho. En su camino a la cafetería, los primeros encuentros con los tempraneros, los buenos días con palabras, con gestos sin estridencias, más bien con suavidad,

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