El niño púrpura

El día presagiaba subidas de temperatura por encima de los cuarenta grados, insólitas para un abril primaveral. A medida que pasaban las horas, el calor se iba haciendo más y más sofocante. Para poder sobrellevarlo, no quedaba otra que recurrir a los aparatos de aire acondicionado y a las ricas limonadas caseras con azúcar moreno habituales de los periodos estivales.

Edu era un niño de siete años recién cumplidos, un rubio de cara fina con labios moderadamente gruesos y perfilados, ojos de color cambiante entre el verde, el azul grisáceo o el azul cielo según su estado de ánimo o las variaciones de la luz del día,

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