Alfileres en el estómago

Quedaban pocos días. Ni siquiera se atrevía a mirar el calendario. La sola idea le aterraba. Pese a los años transcurridos, siempre se había sentido niña enarbolando con orgullo, aunque para sus adentros, su particular síndrome de Peter Pan. Sin embargo, estaba segura que pronto comenzaría a desdibujarse lenta e inexorablemente hasta borrarse de su memoria en un punto y final con fecha de caducidad.

Ya habían aparecido los primeros síntomas: una angustia que se había apoderado de su cuerpo en forma de millones de alfileres que no cesaban,

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