Un papel de cocina en el que un día se horneó algo que imprimió una huella. Sobre él, fragmentos de mapas que hablan de viajes, de caminos andados, de idas y venidas, de una vida entretejida de experiencias que dejan huella en el alma, en el cuerpo, en las venas.
Allí está ella, Julia bañista, que desde un espacio desestructurado y fragmentado con inicio en un tiempo ordenado, reglado pero sin sentido y marcado por un reloj sin manecillas, se lanza a otro espacio luminoso, amparado por un texto que rompe con lo fijado y que es leído de abajo arriba.
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